El “Sobresaliente” …

Esta conversación tuvo lugar el 26 de octubre del 2007 en horas de la tarde, durante una conferencia privada del Dr. Covey para un importante cliente nuestro en su primera visita al país.

  • Maestra de ceremonias: “Hola Ney. ¿Cómo estás? ¿Tú crees que el Dr. Covey se sienta cómodo con que yo les pida a los participantes un fuerte aplauso por motivo de su cumpleaños? Te lo pregunto porque hay personas que no les gusta. No vaya a ser que se moleste”.
  • Yo (con cara de sorprendido y extrañado): “¿De dónde sacaste esa información de que el DrCovey cumple años hoy? ¿Alguien te lo comentó? Porque a mí nadie me ha dicho nada”.
  • Maestra de ceremonias: “Siempre que voy a presentar a alguien importante me gusta investigar mucho sobre la persona. Así siento que estoy presentando a alguien que ya conozco, y la presentación sale más natural y espontánea. Investigando sobre el Dr. Covey pude constatar que hoy es su cumpleaños 75, y estando él tan lejos de su familia pues al menos quería darle las gracias por estar con nosotros en una fecha tan especial”.
  • Yo (luego de “googlear” y verificar que ella estaba totalmente en lo correcto): “No tenía ni idea. Y nadie de su equipo me lo comentó, ni durante estos meses de preparativos ni hoy. Permíteme indagar si él lo aprueba pues me resulta muy extraño que no me hayan dicho nada”.

Al consultar con su asistente, ella me confirmó que efectivamente el Dr. Covey cumplía años ese día, pero que él expresamente había indicado que no quería ningún tipo de tratamiento especial. Me indicó que él tampoco quería que esto se les informase a los participantes, pues estos eran los protagonistas de ese día y no él. Añadió que él no quería que la atención se desviase hacia su persona en lugar de hacia su mensaje, y que por todo eso no me lo habían informado. Nada de esto me extrañó viniendo de parte del Dr. Covey, pues la humildad es una de sus tarjetas de presentación. Así se lo informé a la maestra de ceremonias y todo quedó allí. Bueno, no quedó del todo allí, pues esto nos dio la oportunidad de tener un pequeño detalle con él y entregárselo al despedirnos.

Aquella joven maestra de ceremonias, no se había limitado a hacer un guión. Tampoco se había limitado a utilizar solo las informaciones que le suministraron. Ella se había ido más allá de lo que sus funciones le requerían y había hecho su propia investigación sobre el personaje. Y en el proceso, consiguió una pieza de información valiosa. Ella no había confundido espontaneidad con improvisación. Es decir, no se había confiado solamente en su capacidad, talento y experiencia, sino que se había preparado bien para la ocasión. Esta situación, como muchas otras que he vivido, fue un gran ejemplo de la importancia que revierte el prepararnos lo más posible para poder afrontar y dar resultados excelentes ante cualquier compromiso o reto que nos ponga la vida, por grande o pequeño que sea. En pocas palabras, ella hizo su tarea con el objetivo claro de sacar una nota “Sobresaliente” …

Con cierta frecuencia me cruzo con personas que aspiran a sacar una nota “Sobresaliente” sin tan siquiera haber hecho la tarea. Y esto no distingue edades, géneros ni niveles socioeconómicos. Hablo por ejemplo de la joven que aplica para una vacante en una empresa y cuando le preguntan en la entrevista qué conoce de esta, indica con total tranquilidad que no mucho, por no decir casi nada. O sea, esta joven ni siquiera se tomó el tiempo de ver el website de la empresa por unos minutos. O el vendedor que te presenta un servicio y cuando le haces tres preguntas básicas te dice que él es nuevo y que todavía no maneja esa información. O el empresario que sin haber hecho una investigación de mercados o una matriz de riesgos toma la decisión de lanzarse en un nuevo negocio millonario basándose solo en su intuición y confiando en su probada capacidad de echar negocios adelante. O los profesionales que, a estas alturas, gestionan proyectos importantes con un simple checklist y con escasos protocolos. Los ejemplos podrían ser infinitos…

Hoy día, apelar a la suerte o el sustentar el no prepararnos lo suficiente para algo, basados en contar solo con la experiencia acumulada, constituye un verdadero acto temerario. De igual forma, asumir que al final de cuentas todo es más o menos lo mismo y las habilidades, destrezas y conocimientos con las que ya contamos nos sacarán a camino, es un riesgo inasumible. Por no decir inaceptable… Ahora más que nunca, en momentos donde los cambios son vertiginosos, en tiempo real y donde un error puede implicar el quedarnos fuera del juego, el sacar “Sobresaliente”, más que una exigencia, es un imperativo. Y esto aplica para organizaciones y personas ya que todos y cada uno de nosotros corremos el riesgo, ante este nuevo panorama, de tornarnos obsoletos si nos quedamos solo con nuestros conocimientos actuales.

Al referirme a hacer la tarea para sacar “Sobresaliente” no me limito ni remotamente al acto de estudiar per sé, el cual no deja de ser muy importante. Se trata de mantenerte actualizado, de conocer a fondo tus clientes y tu mercado, de buscar la mayor cantidad posible de información antes de tomar una decisión. Se trata también de rodearte con personas con el mindset correcto, de crear el hábito de preguntar siempre “¿por qué?” y de evaluar constantemente tus preconcepciones. Y sí, también se trata de capacitarte constantemente y de leer lo más posible informaciones relevantes de tu sector.

Quisiera terminar con esta frase de Thomas Jefferson que resume claramente el objetivo de este post: “Soy un fiel creyente en la suerte, y me parece que cuanto más duro trabajo más la tengo”.

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