El 22 de diciembre pasado un amigo, al que no veía desde hacía algún tiempo, me envió un mensaje: “Estimado Ney…. Hace tiempo algo me dice que te cuente la historia de Guillermo… Si ya la conoces obvia este mensaje. Si no, dime la forma más prudente de contártela brevemente. ¡Feliz Navidad!”
Extrañado, le confirmé que no le conocía a él, ni tampoco su historia. Le dije que con gusto nos reuníamos en persona para que él me la contase.
Durante numerosas ocasiones a lo largo de los dos meses siguientes mi amigo me escribía con cierta periodicidad para ver cuando nos podíamos reunir e ir a visitar a su amigo Guillermo en algunos de los viernes que él acostumbraba visitarle. Sin embargo, siempre había alguna actividad en mi agenda que nos impedía coincidir.
Un viernes a las 5:30 de la tarde me encontraba en una larga fila de un “tapón” en la intersección de dos importantes avenidas de la ciudad. Mientras revisaba mis mensajes de correo en lo que la larga cola avanzaba, recibí un nuevo mensaje de mi amigo: “Hola Ney, ¿cómo está tu agenda hoy para ir a conocer a Guillermo?” Sin nada en la agenda y ya con cierto apuro de tantas posposiciones, acordé juntarnos esa tarde.
Al llegar a la casa de Guillermo, mi amigo nos introdujo. Guillermo se encontraba en ese momento supervisando el inventario de productos que llevaría al siguiente día al mercadillo de una de las principales plazas comerciales. Él tenía en su casa un pequeño negocio, llamado GHIGGO’S, dedicado a la fabricación de mermeladas artesanales de diferentes sabores, así como dulces de higos secos que él mismo cultiva. Su historia era realmente interesante y a la vez inspiradora. Además de que definitivamente llamaba la atención como alguien cuya profesión era dentista había terminado siendo un experto en fabricación de mermeladas y dulces de higos. Está de más decir que compré varias de sus exóticas mermeladas durante tan amena e enriquecedora visita.
La historia de Guillermo sobre los orígenes de su negocio y como lo gestionaba en la actualidad fuese una meritoria historia más de emprendurismo, en la cual el protagonista vence numerosos obstáculos para lograr sus objetivos, si no fuese por un “ligero” matiz: Guillermo padece desde hace más de 20 años de esclerosis múltiple, y en la actualidad apenas puede mover, con cierta dificultad, su brazo izquierdo”. Si a esto sumamos el hecho de que GHIGGO’S lo creó hace apenas tres años, es decir con su enfermedad en estado avanzado, eso hace que su labor más que motivadora sea realmente trascendental…
En estos tres meses que he podido compartir con Guillermo he desarrollado una gran amistad con él, y en lo que está a mi alcance le doy mi parecer sobre algunos temas de negocios. De igual forma, soy un promotor incondicional de sus productos, no sólo por amistad o por la inspiradora historia que hay detrás, sino porque realmente son exquisitos. No obstante esto, si fuésemos a sacar balance de quien ha sacado más de nuestra relación, yo me le quedaría corto en una proporción de 10 a 1, pues cada vez que comparto con Guillermo salgo cargado de positivismo e inspiración. De igual forma, cada tertulia con él me recuerda lo que es creer en un sueño y no dejar jamás que las circunstancias, por más difíciles que nos parezcan, nos limiten en alcanzarlo.
De igual forma he aprendido con Guillermo el significado de la palabra resiliencia. Lo que no es más que la capacidad de sobreponerse y superar las situaciones adversas y seguir adelante. Pero sobre todo, el ejemplo de Guillermo me ha demostrado que no hay que leer libros de historia o ver películas para encontrar los verdaderos héroes. La realidad es que los tenemos muchas veces conviviendo entre nosotros…