Un Verdadero Embajador…

Hace pocos días, a mi regreso del almuerzo y tomar el ascensor para subir a mi oficina, coincidí en éste con un joven mensajero. Mientras subíamos, el joven -luego de una disimulada mirada de arriba abajo- me entregó una tarjeta y se dirigió a mí muy cortésmente y de forma entusiasta: “Buenas tardes Don. Le doy esta tarjeta por si usted necesita algún rellenado de cartuchos de impresoras en su empresa. Nuestros cartuchos son totalmente garantizados y se los llevamos a su oficina. También reparamos impresoras de todas las marcas.” Un poco sorprendido con el “abordaje” tan repentino e inesperado, apenas atiné a responderle: “Gracias, precisamente tengo una impresora dañada ahora mismo”, a lo que él me respondió rápidamente mientras salía del ascensor: “Llámese allá a los muchachos que ellos le resuelven ese tema, y pase buenas Don.”

Confieso que al joven salir, y todavía un poco suspicaz luego de ver una labor de venta tan espontánea y enérgica, lo primero que hice fue revisar la tarjeta a ver si tenía algún código de descuento con el que, al llamarles ellos pudiesen identificar quien había entregado la tarjeta. O incluso si ésta decía el nombre de aquel mensajero. Nada, era una simple tarjeta que decía el nombre de la empresa y sus números de teléfono. Al llegar a la oficina, y sin haber dado mayor importancia a ese episodio trivial, puse la tarjeta en mi escritorio e inicie mis labores. No obstante y como mi vida está llena de coincidencias, ayer escuché a Don Peppers en un evento nuestro hablar sobre el gran impacto en los resultados que implicaba el hecho de que los empleados sean verdaderos embajadores de la empresa. Pensé a mí mismo: El mensajero de esa empresa de rellenado es un Embajador Plenipontenciario…

Al toparse conmigo en el ascensor, y obviamente de forma rudimentaria, el primer paso de aquel mensajero fue aplicar sus criterios de segmentación. Asumo que por la forma en la que yo estaba cambiado y por mi perfil de edad éste infirió que era el dueño o ejecutivo de una empresa. Inmediatamente y de forma proactiva, y sin más beneficio directo que el de contribuir a garantizar que la empresa donde él trabaja facture más (y por ende pueda garantizarle su salario), éste tomó la iniciativa de promover los servicios de esa empresa. No sólo sentí admiración por ese joven sino también por los dueños de la empresa por haber logrado semejante nivel de identificación.

¿Cuántos de nuestros empleados, desde el más alto ejecutivo hasta la joven de la limpieza, son vendedores a tiempo completo de nuestras empresas, sin que obviamente esto tan siquiera figure remotamente en sus funciones y descripción de puestos, y sobre todo, sin que eso les genere un beneficio directo? ¿Cuántos de éstos asumen e interiorizan que incluso cuando están fuera de la empresa, ellos siguen siendo parte de ésta y la defienden y promueven en cada oportunidad que tienen? ¿Cuántos de éstos traen a la empresa ideas que ven en la calle, o simplemente informaciones de acciones de la competencia que les llamaron la atención? ¿Cuántos de éstos son seguidores de su empresa en las redes sociales y comparten sus promociones y acciones comerciales con sus amigos? ¿O simplemente, cuántos de éstos están orgullosos y hablan bien de su empresa con sus amigos y relacionados en cada oportunidad que tienen? ¿Cuántos de sus empleados conocen, y viven, la misión de la organización? Si su respuesta a siquiera en una de estas preguntas es “pocos” pues usted tiene mucho en que trabajar todavía. O mejor dicho, tenemos…

Pero cada moneda tiene dos caras y lo mismo aplica para el que es empleado de una empresa. ¿Asume usted que, independientemente de su posición o de lo indique su descripción de puesto, usted es un embajador a tiempo completo de su empresa? ¿Asume usted que mientras usted trabaje en una empresa (siempre existe la opción de irse) y reciba un salario que le ayude a costear sus gastos, usted debe aportar todo lo que esté a su alcance a su éxito, fuera y dentro de ésta? ¿Está usted siempre atento a las actividades, noticias y novedades de su empresa o es de los que de forma apática se la pasa quejándose que “aquí el último en enterarse de todo es uno”? ¿Ha hecho investigación para conocer la historia de su empresa y las hazañas sus fundadores? ¿Sigue usted a su empresa en las redes sociales y está dispuesto (aunque no se lo agradezcan y valoren) a defenderla, pues mientras usted esté ahí usted también es parte de la empresa (repito que siempre existe la opción de irse)? Esto sólo por mencionar algunos ejemplos.

En resumen, ese joven con un gesto sencillo y que probablemente ya no recuerde, pues seguro que lo hace más de una vez al día, me puso a reflexionar. Incluso me motivó a llamar, aunque no le pude localizar, al dueño de la empresa para felicitarlo, pues estos son detalles que no se ven todos los días.

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