La Clave está en la Coherencia…

Hace ya unos años y con el objetivo de regular lo que entendía era en esos momentos un desbalanceado régimen de alimentación, decidí recurrir a la asesoría de una nutricionista. Luego de una larga espera (algo muy típico en las visitas médicas en nuestro país) al momento de pasar finalmente a su despacho recuerdo como hoy que mi mirada no se fijó en los múltiples diplomas que ella tenía en la pared. Como una especie de radar mí mirada sólo buscaba validar una sola información: ¿Era ella delgada o no? La primera de sus recomendaciones fue que iniciara un régimen regular de ejercicios. Para verme obligado procedí a inscribirme en clases con un personal trainer. Recuerdo también que al momento de reunirme por primera vez con él, más que preguntarle por su experiencia, certificaciones o recomendaciones, lo primero y único que procuré determinar era algo muy simple: ¿Estaba él en excelente forma física o no? En pocas palabras, en ambas situaciones, procuraba validar un solo dato: ¿Había coherencia o no? Es decir, buscaba saber si estos practican lo que predicaban.

Al igual que en el plano personal, a lo largo de mi vida profesional y empresarial he cultivado la capacidad de “detectar” incoherencias en las organizaciones. Y créame que he encontrado muchas, mejor dicho quizás demasiadas… Me refiero por ejemplo, a una empresa que en su misión menciona que “su personal es su más valioso activo” y luego su departamento de RR.HH. es una especie de sótano sin ventanas en un anexo “parte atrás” de la empresa, con escritorios desechados de formica y metal oxidado. O la empresa de servicios que tiene todos los parqueos próximos a la puerta de entrada reservados para sus ejecutivos y los asignados para clientes son precisamente los más lejanos y distantes (y esto es cuando existen parqueos para visitantes…). O la empresa que ofrece servicios de asesoría estratégica en Social Media a través de emails masivos, en lugar de utilizar los medios en que dice ser experta… O la empresa que en su slogan dice tener los precios más bajos y luego en realidad esto no es para nada así. O el restaurante típico español que empieza a incluir pizza y sushi en su menú. O el organismo gubernamental que hace una licitación para hacer una revisión estratégica completa y en el RFP especifica que para la elaboración de la misión sería contratada otra empresa (como si la misión y la estrategia son elementos divorciados). O por último, la empresa cuyas iniciativas de responsabilidad social están totalmente divorciadas y ajenas a su “core business”. Y esto sólo para citar casos que identifiqué la semana pasada…

La coherencia es hoy día vital en los negocios. No se trata a estas alturas de un elemento diferenciador, sino de un prerrequisito para poder competir en el mercado. Bueno, al menos para poder competir exitosamente… A mí entender, cada decisión, acción, iniciativa y proyecto que realice la empresa debería estar “filtrada” por la pregunta: ¿Estamos siendo coherentes? Quizás la pregunta de algún lector a estas alturas sería: ¿Pero coherentes exactamente con qué? Mi respuesta es que se debe ser siempre coherente con la Visión de la organización, con sus valores, con su propuesta de valor, con su modelo de negocios, con su posicionamiento (real y deseado), con su cultura, con las características de su mercado objetivo, con su formato de negocio, con su capacidad de respuesta. Y una larga lista de etcéteras…

Para decisiones de envergadura el elemento vital para ser coherente es el contar una visión de largo plazo. Pues ser coherente puede implicar algunas veces rechazar iniciativas que en el corto plazo pueden resultar muy tentadoras, pero que a la larga destruyen valor. Yo en lo particular me he visto muchas veces en la difícil coyuntura de tener que descartar numerosas oportunidades de negocio, muchas de ellas en apariencia muy rentables, pues entendía que no encajaban en nuestra propuesta de valor y modelo de negocio. Para las decisiones pequeñas del día a día, lo interesante de aplicar el “filtro” de la coherencia es el sustancial ahorro de recursos y esfuerzos, ya que cada una de las acciones son más efectivas y eficientes y claro está, con un enfoque mucho mayor.

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