La “Condena” de Ser Responsable…

Una de las situaciones más sui géneris con las que me encuentro frecuentemente en reuniones, conversaciones e incluso entrevistas de trabajo, es la percepción de muchas personas que son responsables, de que el ser de esta forma, más que una virtud constituye un gran problema, una especie de condena o incluso un defecto. Los motivos de esta actitud son múltiples y van desde la percepción de que muchas veces su “sacrificio” o esfuerzo no es valorado, hasta el enorme estrés que les genera el hecho tener que estar “compensando” constantemente con su esfuerzo, las informalidades e incumplimientos de los demás.

En casos extremos el sentimiento de culpa ante su “problema” es tal que he presenciado incluso casos extremos en las que algunas personas han entrado casi en estado catatónico ante el reto de tener que dar la retroalimentación pertinente a un proveedor que les ha quedado mal. Es decir que, debido al fenómeno de que no hay personas más susceptibles y sensibles que los irresponsables, el agraviado es el que tiene que verse precisado a pasar por un “filtro de dos micrones”, cada una de sus palabras a la hora de manifestar una queja o una inconformidad. Cuando les he preguntado el por qué de esa actitud tan condescendiente, he escuchado respuestas tan particulares como “es que las otras opciones son aún peores y al menos ya sé por donde éste cojea”.

Cada vez que la confianza me lo permite, les digo a estas personas que este “problema”  no es para nada de ellos, sino que simplemente es un problema de contexto. Contrario a su creencia de que ellos son “la excepción en un mar de normalidad”, lamentablemente y por razones del contexto socio cultural les ha tocado en realidad ser “lo normal en un mar de excepciones”. En pocas palabras, el hecho de que la gran mayoría se comporte de una determinada forma, no quiere decir que ésta sea la correcta. ¿O es que acaso tiene algo de anormal el hecho de cumplir con su palabra, llegar puntual a una hora pautada, entregar algo en la hora y día acordado, cumplir cabalmente con un compromiso, entregar algo de la forma en que fue prometida o dar un servicio tal y como fue contratado?

No obstante estas explicaciones, hay personas que me argumentan que a pesar de estar plenamente conscientes de esta realidad, a ellos no les compensa ser responsables y exigir responsabilidad a los demás pues esto les afecta su salud, sus relaciones con los demás e incluso su calidad de vida. Dicho de otra forma, estas personas están dispuestas a claudicar en su forma de ser, ceder en sus exigencias o peor aún flexibilizar sus estándares con miras a garantizar su convivencia y evitar el rechazo. Mi respuesta para este planteamiento es que el ser responsable es la mejor garantía de ser una persona exitosa en la vida, no sólo por los evidentes beneficios que representa el hecho de tener un “perfil escaso y altamente valorado” sino también por algo que aprendí hace muchos años en una conferencia: Ser una persona responsable es la única forma de mantener una autoestima saludable.

Cada vez que usted incumple con su palabra, miente, llega tarde, falta a un compromiso, pospone algo que debió hacer o no da su ciento por ciento en alguna tarea, en su subconsciente hay una especie de “auditor interno” que va anotando en un tablero imaginario, cada una de estas faltas. Este “auditor interno” es la autoestima. Esta autoestima precisamente es la que luego, cargada con el arsenal de todas las evidencias que ha acumulado mientras anotaba en el “tablero” sus incumplimientos, se encarga de recordarle siempre (y sin que usted se de cuenta) su incapacidad de cumplir con los retos que se le plantean. Esos recordatorios sutiles se llaman “dudas”, y dependiendo del tamaño del inventario que tengamos de éstas en el “tablero” será el nivel de éxito que tendremos en la vida. En resumen, cada vez que usted queda mal, el principal perjudicado es nada más y nada menos que usted mismo…

No quisiera entrar en un debate psicológico sobre este planteamiento pues no soy psicólogo. Tampoco tengo constancia de si este planteamiento responde a una escuela de pensamiento dentro de la psicología. De hecho no sé si ni siquiera el planteamiento tiene aval científico. Pero al menos en mi caso particular lo aplico y lo considero valido porque en un simple hecho tengo toda la evidencia que necesito: La mayoría de las personas exitosas cumple con su palabra llueva, truene o ventee y la mayoría de la gente fracasada la incumple ante la más mínima brisa.

Saque usted sus propias conclusiones…

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