Ponga su Sello…

Hace unos meses un conferencista que visitaba el país para un evento nuestro me comentó durante una conversación informal que uno de sus hobbies era coleccionar una bebida típica de cada país que visitaba, y en este sentido, él quería que yo le orientase sobre cuál era la mejor opción que él debía comprar. Con el deseo de agradar a este conferencista, y considerando que de repente éste podría ser un requerimiento de más de un conferencista o facilitador que nos visitase, se me ocurrió pedirle a un amigo miembro de una tradicional familia ronera, que me enviase algunos cuantos ejemplares de su ron más emblemático. Éste me respondió que me lo enviaría inmediatamente, pero que por razones de tiempo me los enviaría en una bolsa. Le dije que no había problema alguno y que nosotros nos encargaríamos de empacarlo y envolverlo en regalo.

Menos de una hora después, y mientras yo salía de la oficina a una reunión, me crucé en la recepción con un señor que venía a entregarme las botellas que mi amigo me había enviado. Todo estaba tal cual acordamos, con una sola excepción: las botellas no estaban en una bolsa sino que estaban bien empacadas en una caja. Extrañado por el hecho de que contrario a lo indicado por mi amigo, las botellas estaban en una caja, le pregunté al señor que si se la habían entregado así a lo que él me respondió enérgicamente: “No don. Me la dieron en una funda, pero yo las empaqué para traérselas un poco más presentables y para que además no se me rompieran en el camino”. El comentario me causó tan buena impresión que le tomé una foto al señor para enviársela a mi amigo y que viese el tipo de empleados que él tenía.

¿Alguien le pidió o exigió a este señor que hiciese esto? No. ¿Lo hizo esperando algún reconocimiento o aumento? Tampoco. ¿Está en el procedimiento de la empresa que si entregan unas botellas en una bolsa se deben empacar? No lo creo…. Entonces, ¿qué motivó a este señor? Simplemente lo que él hizo fue notar que algo, según su criterio, podía ser mejorado y tomar acción. Eso es lo que yo denomino “poner su sello”.

¿Qué es exactamente “poner su sello”? Es tomar acción o iniciativa para mejorar las cosas sin que nos lo estén solicitando. Es hacer todo lo que hacemos con la convicción plena de que esto estará lo mejor posible de acuerdo a nuestras capacidades. Es jamás dejar una tarea a medias porque ya está suficientemente bien, sabiendo conscientemente que todavía puede estar mejor. Es asumir atribuciones, más allá de sus responsabilidades directas, para que las cosas salgan bien. En resumen, es dar la milla extra sin ninguna otra expectativa que la satisfacción personal de la labor cumplida y de tener la tranquilidad de que si algo pasó por sus manos, salió de estas con alguna mejora.

¿Qué es lo contrario a “poner su sello”? Es andar por la vida diciendo frases (internamente o frente a otros) tales como: “es que eso yo lo encontré así”, “esa no es mi responsabilidad”, “yo no trabajo en ese departamento”, “si eso está así es por algo así que yo no voy a arriesgarme a meter la pata”, “a mí no me pagan para eso”, “para que me voy a arriesgar a equivocarme y a que me llamen la atención”, “aquí no valoran las ideas” y una larga lista de etcéteras.

¿El “poner su sello” es siempre una garantía segura de progreso en la vida? Quisiera decirle que sí, pero lamentablemente siento decirle que no. La realidad es que muchos, o mejor dicho la mayoría, de sus sellos pasarán desapercibidos pues no todo el mundo está en la capacidad de percibirlos y en la disposición de reconocerlos. De hecho hay empresas que todavía en pleno siglo 21 penalizan el tomar iniciativas. Pero esto no debe desestimularle, pues si bien el “poner su sello” es un ejercicio de gratificación personal, no deja de ser, en muchos casos un factor de diferenciación que a la larga siempre le aportará a su progreso personal, profesional o empresarial.

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