Era el final de la tarde de un viernes cualquiera del año 2010. Estaba yo compartiendo con unos amigos y colegas en un café muy popular en aquella época por sus “afterworks” de los viernes. De repente, vi llegar a quien fue uno de mis jefes hacía unos 18 años en lo que fue mi primer trabajo formal relacionado con la carrera que estudié. Nos saludamos efusivamente pues habían transcurrido ya bastantes años que no nos veíamos. Una vez nos saludamos, él procedió a integrarse a un grupo de amigos que estaban parados justo al lado del grupo nuestro en el bar del establecimiento. Como sucede típicamente en un país donde todo el mundo se conoce, transcurrida una hora de aquel encuentro, ya ambos grupos estaban integrados y hablando del mismo tema de forma amena.
Ya muy metido el grupo en conversación, me acerqué a mi ex jefe y de la nada le dije que la temporada que estuve en esa empresa había sido la mejor experiencia laboral de mi vida. Esto debido no solo a los grandes aprendizajes asociados a mi carrera, sino también por las importantes lecciones aprendidas y por el conocimiento adquirido sobre la realidad socio-económica dominicana. Pero fui un poco más allá. Le di las gracias sinceras por todos los consejos que me dio, por el tiempo dedicado, por ser mi mentor y orientarme y sobre todo por la confianza que depositó en mí siendo apenas un chico de 22 años. Y le indique que al día de hoy, muchos de sus consejos me acompañaban todos los días.
Nunca olvidaré la particular expresión facial (la cual a mi entender combinaba sorpresa, incredulidad, extrañeza, satisfacción y orgullo) que este puso al escuchar esas palabras. Y esto a pesar de no ser él una de las personas más expresivas que he conocido. Y la realidad es que su reacción normal debía ser extrañarse pues el contexto informal del bar de un café, en medio de una conversación jovial, no era precisamente el lugar más apropiado para una expresión de gratitud sincera. De igual forma, me imagino que para él tampoco resultaba tan normal que un joven empresario, con 40 años, casi contemporáneo de él, le estuviese dando las gracias de una forma tan espontánea tal como si se tratase de un alumno recién graduado de primaria a su profesor. Y sobre todo, por episodios y vivencias que probablemente él ya ni recordaba. Apenas atinó a darme las gracias sinceras por mis palabras y a decirme que él admiraba la trayectoria que yo había tenido con mi empresa. Terminada esta corta conversación procedimos a integrarnos a la conversación del grupo.
Estoy casi seguro que él se sintió muy bien con mi agradecimiento y mi elogio hacia su persona. Pero de eso nunca tendré la total certeza. De lo que no tengo la menor duda es de lo bien que me sentí yo… Recuerdo que le luego que le di las gracias sentí una especie de satisfacción parecida a la que tiene una pareja de esposos el día que finalmente salda la hipoteca de su casa, o la de un adolescente cuando termina el año escolar. En otras palabras, me sentía no solo con la satisfacción de haber hecho lo correcto, sino con una sensación de ligereza como si me hubiese liberado de un asunto pendiente. En resumen, esa simple acción sincera y espontánea dirigida a él, probablemente me había aportado más a mí que a él…
En esta ocasión, más que dar un consejo concreto o inducir a alguna reflexión como es lo típico en este blog, quisiera exhortar a todo el que lea este post a que piense en varias personas que merecen alguna manifestación de gratitud de su parte, y que quizás nunca ha tenido el detalle de hacerlo. No tienen que ser personas “importantes” o de más jerarquía que usted, pues mucho tenemos que agradecer a aquellos héroes “anónimos” que han aportado a nuestra vida. Tampoco tiene que ser alguien que le ha hecho un gran favor sino que simplemente tuvo un detalle o acto de nobleza hacia su persona. Ni siquiera tiene que ser alguien cercano a usted. O incluso no es necesario que usted le conozca (he escrito emails de agradecimiento a autores de libros que me han impactado…). Y luego que haga su lista, busque la manera y el momento de manifestarles de alguna forma su gratitud.
Y si luego de hacer lo arriba indicado, alguien tiene alguna anécdota que quisiera compartirme por favor escríbamela para que me la cuente …