Hace unos meses tuve la oportunidad de ir con unos amigos a un restaurante recién inaugurado de la capital. Cuando nos sentamos en la mesa, notamos que ésta se balanceaba bastante y procedimos a notificarle al camarero la situación. Éste, muy diligentemente y con la destreza y estilo de un mago procedió a sacar de su bolsillo un pedazo de cartón, doblarlo y ponerlo debajo de una de las patas. Inmediatamente puso este calzo la mesa empezó a tambalearse de otra pata, iniciando un proceso de prueba y error que terminó con dos calzos de cartón colocados en dos de las patas de esta mesa. Transcurridos unos minutos, y debido a la llegada de un grupo grande a una mesa contigua, se nos pidió mover la mesa para ceder un poco de espacio al nuevo grupo, a lo que obviamente accedimos. Como era de esperarse, inmediatamente la mesa empezó a tambalearse nuevamente, obligando a repetir el proceso de colocar los calzos de cartón hasta que la mesa no se tambalease.
Por algún motivo que desconozco, durante todo este proceso de «calzamiento» me llegó a la mente de forma repentina una analogía entre esa mesa y nuestra vida misma. Imaginé por un momento que el tope de la mesa era nuestro ser, las patas los roles o facetas que nos tocaba desempeñar y el piso desnivelado son las circunstancias o coyunturas de la vida. Visualicé luego los calzos que ponía el camarero como las soluciones rápidas, temporales, improvisadas y muchas veces ineficaces que tendemos a buscar para retomar el balance en algún momento en que nuestros roles o facetas fallan o tambalean. Pensé también en cómo cuando cambian las circunstancias (o sea el piso) nuestra tendencia inmediata es buscar de nuevo el calzo para «resolver».
Es así como vemos que matrimonios con problemas deciden «renovar votos» sin haber trabajado a fondo las causas de estos problemas, para luego a veces terminar en cuestión de meses disolviéndose. Es también así como ante un ligero aumento de peso tendemos a buscar la dieta, la pastilla o el diurético milagroso. Es por esto que ante el desbalance en las finanzas personales soñamos con ganarnos la lotto, «dar un palo» o «pegarnos» con el político de turno. Es quizás por eso que ante el cargo de conciencia por no dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos o nuestras parejas, buscamos compensar con hermosos y costosos regalos. De repente es también esto el motivo por el cual, al sentirnos vacíos o aburridos constantemente, procuramos no perdernos de una fiesta o darnos todos los tragos que el cuerpo aguante.
Pero vayamos también al mundo de los negocios. ¿Estamos perdiendo utilidades? Reduzcamos personal. ¿El personal está desmotivado? Démosle una charla motivacional de una hora y punto final. ¿Las ventas están bajando? Bajemos los precios. ¿Los márgenes están disminuyendo? Reduzcamos las porciones o busquemos insumos más económicos. ¿Hay quejas con los niveles de servicio? Busquemos culpables a quien señalar. ¿Un empleado requiere dedicación extra últimamante? No indaguemos mucho y busquemos la forma de moverlo de área o de la empresa (total, hay un millón de personas en fila buscando trabajo)…
Todo lo mencionado anteriormente son precisamente eso: Calzos. Es decir, respuestas transitorias a situaciones de más fondo y trasfondo. Y como sucede luego de toda solución que no ataca la causa raíz del problema, éste se repite de nuevo una y otra vez, muchas veces incrementándose. Y si no se repite (tal cual un globo al que sometemos a presión y explota por su punto más débil) el problema termina manifestándose de otra forma, al punto de que incluso a veces nos cuesta ver la conexión existente.
Quisiera terminar este post con parte de una frase del Dr. Stephen Covey que por coincidencia leí hoy y que se adapta bastante a todo lo arriba expuesto: «Si realmente quiero mejorar una situación, puedo trabajar en lo único sobre lo que tengo control: yo mismo. Puedo dejar de pretender poner en orden al otro y trabajar sobre mis propios defectos. Con suerte los otros sentirán el poder del ejemplo proactivo y responderán con la misma moneda. Pero lo hagan o no, el modo más positivo en que yo pueda influir en mi situación siempre consiste en trabajar sobre mi mismo, mi ser».