Maximice su retorno…

En la mañana del jueves 20 de abril, nos enteramos de que el Starship de SpaceX, considerado como el cohete más avanzado y más grande fabricado a la fecha —y concebido como la punta de lanza de la nueva generación de cohetes diseñados para eventualmente llevar humanos a la Luna y a Marte—, explotó a los cuatro minutos de haber despegado en su vuelo de prueba inaugural. Este evento me recordó el interesante documental Return to Space, el cual narra los esfuerzos de Elon Musk y su equipo, a través de su empresa SpaceX para desarrollar sus cohetes reusables, y cómo piensan utilizar estos para en el futuro llevar a los humanos en viajes interplanetarios. Aparte de una inspiradora lección de visión, perseverancia, resiliencia y enfoque, este documental constituye, desde mi punto de vista, una verdadera cátedra de gestión de proyectos y un esperanzador “preview” de los extraordinarios avances y niveles de progreso a los que nos llevará la tecnología.

En lo personal, extraje una lección muy particular de este documental que va mucho más allá de estos aprendizajes. Me atrevo a especular que quizás muy pocos vieron este documental bajo ese prisma. El ver a un Elon Musk tenso, despeinado, ojeroso y desaliñado en total expectativa, viviendo los momentos más críticos e intensos de sus proyectos, me recordó que Elon no era un super hombre, sino una persona de carne y hueso. Quizás con un cerebro superdotado, una capacidad de trabajo sin parangón alguno y una autoestima inigualable, pero, a final de cuentas, es un ser humano. Esto que comento podrá parecer banal, pero muchos de nosotros, gracias a la influencia de los medios, podemos llegar a creer inconscientemente, aunque sea por instantes, que estas figuras casi míticas de los negocios están en un plano existencial superior al nuestro.

Mientras veía el documental, no percibí visualmente ninguna diferencia en los niveles de estrés y presión en Elon Musk —en esos emocionantes momentos en los que esperaba el acoplamiento exitoso de su módulo y ansiando el exitoso retorno y aterrizaje del cohete— con los niveles de estrés que mi equipo y yo podríamos tener previo a y durante alguno de los grandes eventos que hemos realizado. En el caso de Elon, la presión era por lograr el desenlace final positivo de largos meses de trabajo intenso y cientos de millones de dólares invertidos y, en el nuestro, por lograr el resultado exitoso del esfuerzo realizado y, sobre todo, quedarles bien a nuestros clientes. Pero, al final de cuentas, es el mismo tipo de estrés. Luego, también pensé que la tensión que tanto Elon Musk como yo podemos sentir en algún momento no se diferenciaba mucho de la que pudiese tener un parqueador informal de vehículos luego de finalizar un concierto, tratando de que no se le vaya sin pagar ninguno de los conductores de los vehículos estacionados en la calle.

Este ejercicio mental me llevó a pensar que todos deberíamos tener pendiente un “ratio imaginario” al que he denominado Retorno del Estrés (RDE). Este ratio es igual al cociente de dividir el beneficio que obtenemos (económico, satisfacción, orgullo, reconocimiento, etc.) por el nivel de estrés que tenemos que asumir para lograrlo. El principio que rige el uso de este ratio es que, ante una determinada situación, problema, reto, opción, proyecto o idea, debemos determinar si lo que vamos a obtener como resultado final nos va a compensar con creces el precio personal que vamos a pagar (en esfuerzo, estrés, presión, etc.). Dicho de una forma más filosófica, ya que el estrés es casi siempre inevitable en la vida, —no importa dónde estemos y qué hagamos—, al menos debemos tratar de garantizar que la compensación por tenerlo sea la más alta posible. Bajo este esquema, en el ejemplo que he utilizado, el RDE de Elon Musk es muy superior al mío y, a su vez, quizás el mío es más alto que el del parqueador.

Un beneficio colateral de hacer este ejercicio mental es que nos ayuda indirectamente a priorizar, ya que, casi siempre, los aspectos más importantes de nuestra vida son precisamente los que nos generan un mayor Retorno sobre el Estrés. Lo interesante de aplicar este ratio es que este nos puede servir para analizar un determinado hecho tanto a priori como a posteriori. En otras palabras, podemos evaluar casi en tiempo real si una determinada actividad o esfuerzo (con su correspondiente cuota de estrés) es compensado por lo que va a representar para nosotros el haberlo hecho. O, luego de haber realizado algo, podemos determinar si el resultado final que obtuvimos justificó el nivel de estrés que tuvimos. Y este criterio aplica desde sostener una conversación difícil hasta hacer una mega negociación.

Espero que leer este post haya representado un alto Retorno del Estrés (RDE) para ti.

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