“Doña Mariana (nombre ficticio), quisiera que me permita quedarme hasta tarde en la oficina enviando unos faxes por la computadora para el evento que estoy realizando”. Con estas palabras, solicité en octubre de 1996 la autorización a mi jefa de ese entonces, y con la que tenía mucha confianza, para enviar los faxes promocionales del primer evento que realizamos, años antes de que surgiese INTRAS, empresa, entre otras, que tengo el honor y el placer de liderar.
El objetivo de esta solicitud era capitalizar las ventajas de un software revolucionario en ese entonces llamado WinFax que permitía enviar a una base de datos de forma automática cientos de faxes. ¿La fuente de esos números de faxes? La guía telefónica y los directorios de los gremios empresariales. ¿El criterio de segmentación? Solo que fuesen empresas grandes con muchos empleados. ¿A quién estaban dirigidos? Podríamos decir que era literalmente el que estuviese más cerca del fax. O si esta persona se apiadaba de nosotros, a quien esta persona considerara que podría interesarle. Este proceso era una apuesta a ver si teníamos suerte, cuyas únicas analogías que se me ocurren son la de un pescador que lanza una red a mar “a ver que sale” o un cazador que dispara con una escopeta indiscriminadamente contra un grupo de aves para luego ver cuál fue el resultado final.
Con los ingresos de aquella aventura académica vino nuestra primera gran inversión tecnológica: una computadora clon con un súper procesador Pentium 66 y una mega memoria de 2 megas. Ya teníamos en nuestro poder la gran herramienta tecnológica con la que podríamos llevar nuestra labor al próximo nivel. Es decir, ya podíamos enviar los faxes masivos desde la comodidad de nuestro hogar sin tener que amanecer en esta tarea. Luego surgiría y se masificaría localmente un nuevo canal de comunicación más directo, privado y ecológico: el correo electrónico. Y, poco tiempo después, tendríamos una de las grandes revoluciones tecnológicas de la época: un webzine… Aproximadamente un año después de ese gran “salto” tecnológico que implicó tener nuestra primera PC (posteriormente vino nuestra primera laptop NEC Versa 6030H), recibí la llamada de un buen amigo: “Ney, tienes que ver esto lo antes posible. Esto va a revolucionar tu negocio”.
Ante el marcado entusiasmo de aquel amigo, accedí a visitarlo ese mismo día. Al llegar, mi amigo me recibió en su oficina. En la mesa de su escritorio había un aparato azul gris conectado a una laptop y desde el que se proyectaba la misma imagen en la pantalla de la laptop. Se trataba de un proyector LCD Polaroid Polaview 335 Projector de mil lúmenes. Mi pensamiento inmediato fue: “¡Yo debo tener esto!”. Semanas después, con gran esfuerzo, teníamos nuestro primer “datashow” (nombre local que se le daba a este tipo de equipo), y, con esto, dábamos un salto cuántico en la experiencia de aprendizaje de nuestros clientes en el único lugar donde se desarrollaba el aprendizaje en aquella época: el salón de clase.
Hagamos un fast forward a la realidad actual del mundo del aprendizaje. Hoy día se trata de esquemas o modelos híbridos de aprendizaje que combinan plataformas online ultra avanzadas cuya experiencia digital está minuciosamente diseñada para evitar “fricciones”, con una experiencia de aula reforzada por simuladores online, plataformas interactivas de votación en tiempo real, herramientas digitales colaborativas de última generación, la gamificación y el uso de avatares digitales. Y ni hablar de lo que se avecina con los avances y ventajas que nos aportarán la realidad aumentada, la inteligencia artificial y al aprendizaje adaptativo que permitirá crear a través de algoritmos recorridos de aprendizaje diseñados a la medida y únicos.
Hablamos de un salto cuántico exponencial cuyo escenario futuro de opciones ilimitadas de aprendizaje apenas nos atrevemos a imaginar. Y lo más interesante del caso es que una altísima proporción de estas nuevas tecnologías mencionadas no existían o estaban en pañales hace apenas cinco años. Definitivamente, esta aceleración ha sido un efecto colateral de la pasada pandemia, la cual nos hizo avanzar en dos años lo que probablemente en circunstancias normales nos hubiese tomado una década.
¿Por qué he dedicado estas líneas a narrarles algunos “hitos” tecnológicos de nuestro negocio a finales del siglo pasado y los cuáles vistos hoy, a la distancia, (sobre todo desde la perspectiva de los más jóvenes) podrían sonar irrelevantes o intrascendentes? Porque esta es la mejor evidencia de cómo han cambiado los tiempos, pues contrario a esos hitos tecnológicos antiguos nuestros a los que he hecho referencia —los cuales ocurrían, en el mejor de los casos, una vez por año y permanecían prácticamente inamovibles por mucho tiempo— hoy en día el tsunami tecnológico que nos arropa contiene decenas de avances y transformaciones (muchos de ellos complementarios) sucediéndonos de forma unísona y paralela. Y todo aquel que quiera mantenerse competitivo se sube ahora en esta ola de cambios y transformaciones exponenciales o probablemente nunca podrá subirse. Considero que nunca antes había sido tan válida la frase popular de que “el que pestañea, pierde”.
Durante mucho tiempo, escuchamos y leímos que la humanidad estaba viviendo en tiempos VUCA: Volátiles, Inciertos (en inglés, "Uncertain"), Complejos y Ambiguos. Luego vimos como estas siglas evolucionaron al concepto BANI: Quebradizos (Brittle), Ansiosos, No Lineales e Incomprensibles. Sin embargo, considero que estamos viviendo en lo que denomino el “entorno de las vocales” (A, E, I, O, U), es decir: Acelerado, Exponencial, Impredecible, Oportunista y Unísono. Acelerado, porque todos estos cambios son cada vez más rápidos.
Exponencial, porque cada cambio es sustancialmente de mayor impacto que el anterior. Impredecible, pues nunca sabemos cuándo y cómo viene la próxima transformación o cambio. Oportunista, porque las limitaciones de acceder, explotar los avances o capitalizar las ventajas de lo que otro ha desarrollado son casi nulas. Y Unísono, porque casi todas las transformaciones tecnológicas suceden de forma paralela y prácticamente al mismo tiempo Sea cual sea la sigla que entiendas que más aplica al actual contexto, la verdad ineludible es que vivimos en una realidad altamente variable, donde las reglas de juego cambian y evolucionan de manera constante. Y, claro está, nuestras vidas en todas sus vertientes, facetas y roles, incluyendo el laboral, no son inmunes ni ajenas a este fenómeno. Este escenario sienta las bases para lo que será la nueva realidad del trabajo y, por ende, debemos prepararnos desde ya mismo.
Y tú, ¿te estás preparando?