¿Cuándo es “muy tarde”?

Hace unos años, llegó a mis manos el libro The Choice (La bailarina de Auschwitz) de la Dra. Edith Eger, superviviente del campo de concentración Auschwitz, quien, al día de hoy, con 95 años, es una muy activa y prestigiosa psicóloga, autora y conferencista. A través de este inspirador bestseller del New York Times, el cual ella publicó nada más y nada menos que a los 89 años de edad, pude aprender muchas cosas edificantes de esta admirable y destacada mujer, considerada como una autoridad en estrés post traumático. Una de estas es que ella se graduó de psicóloga a los 42 años para luego proceder, varios años después, a hacer su PhD. Sobre esto último, en su libro, nos narra que al ella preguntarle a Viktor Frankl, uno de sus mentores, si valía la pena seguir estudiando, ya que ella tendría casi 50 años al terminar el PhD, este le dio una respuesta muy sencilla, pero a la vez poderosa y profunda: “Los cuatro años van a pasar como quiera”… Y si quiere conocer algo aún más sorprendente sobre la capacidad de esta señora, les informo que ella publicó su segundo bestseller, The Gift (En Auschwitz no había Prozac), 26 días antes de cumplir los 93 años.

¿Por qué les comparto esta maravillosa historia de reinvención a avanzada edad? El motivo principal es que, si bien en mi más reciente post al que titulé Un principio negativo… hablo del argumento mental que muchos utilizamos para boicotear nuestros procesos evolutivos y de crecimiento, siento que en ese post no utilicé como ejemplo ni elaboré sobre una de las principales excusas mentales con las que con más frecuencia me encuentro y que nos impide a muchos —sobre todo a los que tenemos más de 40— alcanzar algunos de nuestros sueños. Esta excusa es: “Ya es muy tarde para empezar con eso”. O su versión más informal: “Ya estoy muy viejo para ponerme en eso”.

En su libro Los cinco arrepentimientos de los moribundos, Bronnie Ware, experta en cuidados paliativos y enfermos terminales, narra sus experiencias durante años de trabajo escuchando confesiones honestas y francas de personas en sus lechos de muerte, y lo que hubieran querido haber hecho o no. Ware nos indica en su libro que el principal arrepentimiento de mucha gente es: “Ojalá hubiese tenido el valor de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera”. Dicho de otra forma, a la hora de dejar este mundo, nos arrepentimos más de lo que no hicimos que de lo que hicimos. Y, aún con esa evidencia tan clara, seguimos procrastinando metas y aplazando sueños porque entendemos que ya es muy tarde.

Si lo arriba expuesto no le basta para dar el paso y lanzarse tras esa meta que viene prorrogando, le doy algunos ejemplos de reinvención a edad avanzada: el coronel Sanders inició su famosa cadena de restaurantes de comida rápida KFC a los 65 años. John Pemberton, fundador de la archiconocida empresa Coca-Cola, creó a los 55 años esa compañía para tratar a los soldados heridos con un brebaje que, como cuenta el mito, en un inicio tenía hojas de coca. Julia Child publicó su primer libro de cocina a los 50 años, para luego convertirse en una chef famosa con su propio programa de televisión y la primera mujer en ser incluida en el Salón de la Fama del Culinary Institute of America.

La pasada pandemia nos enseñó, o, mejor dicho, nos obligó a aprender, que reinventarnos en cualquier momento y circunstancia es posible. Y que cuando la necesidad es apremiante, nos las ingeniamos para no tener excusas para hacer lo que haya que hacer. Dicho de otra forma, cuando no hay opción, hacemos lo que corresponde hacer. Siendo esto así, considero que la clave radica en buscar la forma de darle sentido de urgencia a cualquier meta que nos propongamos. Y creo que cuando no existe una urgencia apremiante —y el statu quo y la zona de confort nos halan hacia ellos como la gravedad misma— lo único que nos puede impulsar hacia adelante es tener un propósito firme de querer explotar al máximo nuestro potencial. Y, si esto no basta, una alternativa o complemento consiste en hacer de antemano compromisos ineludibles.

Quisiera, como en otros posts, poder darles algunos consejos, recomendaciones y pautas basadas en mi experiencia. Pero siento que este es un tema con el que estoy lidiando aún, por lo que no me siento con la autoridad moral de hacerlo. Sí les puedo compartir algo que ya he interiorizado y que incide bastante en mi proceso de toma de decisiones: nunca seremos tan jóvenes como hoy.

8 comentarios de “¿Cuándo es “muy tarde”?

  1. Maireni Nuñez dice:

    Muy interesante el post. La verdad es que la experiencia ha demostrado en innumerables ocasiones, que cuando estamos plenamente convencidos de de lo que queremos lograr o ser, siempre que dispongamos nuestro mayor esfuerzo, teson y disciplina lograremos alcanzar aquello que nos hallamos propuesto. Aqui bien cabe la frase popular que reza: “cuando se quiere se puede”
    Cordial saludo

  2. Estefanía Sánchez dice:

    Excelente!!

    Gracias por sus aportes. Estos minutos de lectura nos permiten entender que la vejez no se trata de la cantidad de años que hayamos vivido, sino de la calidad y el carácter con el que hemos vivido durante los años, esto es sin duda, lo que define nuestro crecimiento, las experiencias que nos permitamos vivir, los aprendizajes que decidamos aprender.

    Ojalá lográramos aceptar que el tiempo no se detendrá porque dejemos de proponernos metas, ni de alcanzar sueños y que el espacio para adquirir conocimiento, nunca se llenará.

  3. Lissette dice:

    Waooooo maravilloso! Puntual 🙏 me confirmas detalles de unos pensamientos que vengo lidiando en el tiempo, Genial y digno de compartir este mensaje.

Responder a Analie Vargas Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.