Las cinco lecciones de Mario Alonso Puig…

—Hola, amigo. Tenemos el sábado 23 y domingo 24 libres para cenar.
—OK. Os invitamos a cenar a casa con un par de amigos a los que te encantará mucho conocer. Irán Mario Alonso Puig y su esposa y otro amigo con su esposa. ¿Vale? ¿Te parece bien el domingo 24?
—Confirmado.
—Nos vemos pronto. Un abrazo.

Esta conversación (resumida para fines prácticos) la sostuve con mi gran amigo, Alberto Saiz, cuando le anuncié mi inminente viaje a España en compañía de mi esposa. Los objetivos del viaje eran asistir —en la tercera semana de octubre de 2021— a la reunión anual de egresados de Alta Dirección de la IE Business School y a presentar mi libro Las 12 preguntas en Madrid. La invitación no pudo ser más bien recibida, pues, aparte de compartir con la pareja anfitriona y sus invitados, íbamos a conocer a alguien que, durante años, había gozado de mi respeto profesional y admiración personal.

Llegamos a Madrid un viernes y, tal y como habíamos coordinado, visitamos la casa de mi amigo y su esposa ese domingo. La velada no pudo ser más agradable. Durante la sobremesa, disfrutando de un exquisito ron dominicano que habíamos llevado— mi amigo Alberto comentó amablemente que yo había llevado a Santo Domingo a los principales pensadores de los negocios. Mario respondió con un entusiasta: “¡Pues, llévame a Santo Domingo, Ney!”. Gratamente sorprendido, asentí diciendo: “¡Cuenta con eso!”.

Dado que mi amigo vivía en las afueras, y ya era muy tarde para pedir un Uber, Mario y su simpática esposa Isabela gentilmente nos dieron una «bola» a Madrid. Durante el trayecto, tuvimos una conversación amena que sentó las bases para su visita al país. En noviembre, iniciamos conversaciones que culminaron con la exitosa visita de Mario a República Dominicana. para nuestro primer evento People Who Inspire, el cual realizamos el pasado jueves 7 de abril.

Mario es una fuente inagotable de conocimientos y un storyteller consumado. En lo personal, recibí innumerables lecciones durante su conferencia. Creo que los más de 350 participantes que asistieron de forma presencial o virtual al evento lo pueden corroborar. Sin embargo, las principales lecciones que obtuve de Mario fueron en momentos fuera del salón de conferencias. A continuación, les voy a compartir cinco de estos momentos:

Antes de la conferencia. Cuando Mario arribó al hotel, bajé del salón del evento (siempre paso unos minutos a inspeccionarlo la noche antes de nuestros eventos) a darle la bienvenida. Durante la conversación informal, me dijo: “Leí tu libro y me gustó mucho”. Pasó a citar algunas secciones del libro, lo cual evidenciaba que lo había leído en detalle. Y añadió: “Quise decírtelo en persona”. Resulta que la noche de aquella cena en España, yo había llevado ejemplares de mi libro para obsequiarlos a nuestro anfitrión y sus invitados. En el trayecto a nuestro hotel, me atreví —con más miedo que vergüenza— a decirle a Mario que me encantaría que me diera su opinión del libro. Él no solo cumplió con aquella solicitud, sino que esperó el momento preciso para decírmelo: cuando yo menos lo esperaba y en persona. Además de esto, en varias ocasiones durante su conferencia, me sorprendió citando pasajes de mi libro. De hecho, mencionó más mi libro durante su ponencia que los once que él ha escrito a la fecha. Ambos casos me reforzaron la importancia de buscar la forma de agradar a y ser generosos con los demás y elegir el momento y contexto apropiados para hacerlo. Asímismo, me recordó la importancia de crear siempre las circunstancias para que los que están alrededor nuestro se destaquen. Y que en el proceso, más que perder, siempre ganamos.

Al finalizar la conferencia. Mario subió a su habitación. Cuando bajó, le entregó un libro dedicado a mi madre y me entregó otro, diciéndome: “Este está dedicado a Andrea”. En el caso de mi madre, creo que merece la pena destacar algo. Sucede que, durante aquella cena, mencioné que en los momentos más álgidos de la pandemia sugerí a mi madre que escuchase o viese las grabaciones de Mario. Esto, para ella, había sido un gran bálsamo de positividad, energía y perspectiva en esa coyuntura tan difícil. A partir de ahí, mi madre se convirtió en su fan número uno. Siendo esto así, es obvio que mi madre fue una invitada VIP en el evento.

Con el caso de mi hija Andrea, quedé frio, pues no tenía idea de quién le había dado el nombre de ella, hasta que mi esposa me indicó que seguro lo extrajo del mismo libro cuando lo leyó. El que él hubiera dedicado estos libros a dos personas tan importantes para mí me recordaron la importancia de los detalles, pero, más que eso, me recordaron la relevancia de estar atentos a esas informaciones, a veces sutiles, que nos pueden ayudar a que esos detalles sean memorables para el que los recibe.

Durante el almuerzo: Luego del evento, tuve el placer de ir a almorzar con Mario. En medio de una conversación informal, recibí las dos principales lecciones de su visita. Una, en forma de una simple frase; la otra, en forma de un profundo planteamiento. La frase a la que me refiero es: “Muchas personas van por el mundo queriendo brillar cuando el objetivo debería ser iluminar”. Al escuchar esto, añadí: “Lo mejor de todo es que, al iluminar, también brillamos. Y mucho en la mayoría de las ocasiones”. Esta corta frase da para tema para otro post, pero creo que, al final, se resume en el principio de que, mientras más damos, la providencia más nos devuelve y que el reconocimiento debe ser un resultado de algo, no un objetivo en sí mismo.

La otra reflexión es probablemente de las más profundas que he escuchado recientemente: “No explotar tu pleno potencial es un acto de arrogancia, pues Dios quiere que todos hagamos cosas maravillosas desde nuestra realidad y contexto, y el decidir no hacerlo es, hasta cierto grado, decir que somos más inteligentes que Dios”. Dicho de otra forma, decidir voluntariamente no hacer lo mejor que esté a nuestro alcance es una especie de desafío a Dios. Creo que esto no requiere más explicaciones.

Previo a su aparición en un programa de televisión: Esa misma noche, y luego de su apretadísima e intensa agenda, acompañé a Mario a una entrevista que le harían en un prestigioso programa. Tal y como se nos indicó, arribamos puntuales a las 7:30 p. m. Transcurrida una hora, y consciente de que Mario debía estar muy cansado (aparte de que, por la diferencia de horario, eran las 2:30 a. m. en España), le pedí disculpas por la larga espera. Su respuesta fue que no me preocupara, pues él estaba teniendo una conversación muy amena e interesante conmigo. Sabiendo que yo debía estar mortificado por la situación, Mario escogió no hacerme sentir mal por algo sobre lo cual yo no tenía control. El episodio me recordó que en muchas ocasiones tenemos la decisión de hacer a una persona sentirse bien o mal con tan solo escoger en qué aspectos de una determinada situación centrarnos: los negativos o los positivos.

Definitivamente, estos cinco aprendizajes «off the record», conjuntamente con los innumerables momentos en los cuales Mario, con su don de gentes y sabiduría, demostró que él vive, actúa e interactúa de forma coherente con lo que dice, hicieron de esta visita una experiencia enriquecedora e inolvidable. Estamos seguros de que Mario nos volverá a visitar y esto nos llena de entusiasmo.

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